En
España, sin embargo,
los que estaban siguen siendo, pero no están todos los que podrían ser. Apenas han cambiado las siglas de los líderes económicos, salvo alguna incorporación, perfectamente integrada en el
establishment, como la de Amancio Ortega con su emporio
Inditex.
Estuve el pasado miércoles en una conferencia de
Felipe González, en la que hizo alusión a este
inmovilismo empresarial. Según el ex presidente del Gobierno, el
78 por ciento de los estudiantes de las escuelas de empresariales no quiere montar una empresa. ¿Falta iniciativa o algo/alguien están impidiendo que las
nuevas generaciones encuentren un hueco en el sistema, tanto productivo como social?
González atribuye el inmovilismo a un
trasfondo cultural. Los padres españoles no titubean si sus hijos les piden dinero para pagar la
hipoteca del piso, pero tendrían una reacción ojiplática si les pidieran unos euros para
invertir en un negocio. No se concibe.
Habló también de las
élites como cortapisas de la
efervescencia juvenil ¿Qué responsabilidad tienen en el
inmovilismo, no sólo empresarial, sino cultural y social?
Por ser un campo que conozco algo más, pienso en la lucha generacional que hay en el
periodismo desde la inclusión de las
TIC. Os vinculo un artículo que hace referencia a la supuesta decadencia, poco después de nacer, de la llamada
generación 2.0 en periodismo. Podemos extrapolar este nuevo contexto al resto de estratos sociales.
Yo aporto mi visión. Es evidente que nos enfrentamos a un
establishment que se muestra defensivo ante las nuevas aportaciones. Sólo cuando ellos la incluyen son aceptadas por el
sistema que ellos mismo conforman. En el plano cultural, aconsejo aquí la entrevista a
Eloy Fernández Porta, autor de “
Afterpop” y “
Homo Sampler” . Dos ensayos que repasan las corrientes culturales de los últimos años.
“(…)
el establishment cultural ha inventado criterios de jerarquía generacional y
cultural que legitiman cualquier producto que sea presentado por los escritores
de dicho establishment sea cual sea su estatus, aunque sea un producto de baja
cultura
(…)”.
Pero una de cal y una de arena. Porque los predecesores del establishment son también el
referente y percibo falta de
humildad entre jóvenes entes resabidos. Cuando voy a
Malasaña o
La Latina suelo – privilegiada yo – estar rodeada de
pintores,
escritores,
diseñadores y destacados, en general. Son como una plaga y a mí, por probabilidad, no me salen las
cuentas. Tener iniciativa no significa ser artista, sin perjuicio de que se sea algún día, pero
eso le toca decidirlo a otros.
Dicen que estamos ante las
generaciones mejores preparadas de la historia pero esto no da potestad para crear
gurús de una nueva cultura que todavía
estamos aprendiendo, ni
desmerecer a los predecesores. Yo, por ejemplo, en periodismo, no puedo entender los nuevos soportes sin mantener las
bases del oficio. Las generaciones nos necesitamos entre sí.
Además, se puede caer en el error de crear otro
establishment, incluso peor, por estar falto de contenido. Que sea sólo una moda. Ya lo dije en un artículo de esta misma publicación, titulado “
He dicho”: “Hoy día es suficiente predicar para ser aquello que se predica, aunque finalmente tan sólo se sea eso,
un predicador. Ser artista es tan sencillo como creérselo y verbalizarlo. Para ser escritor, listo, cantante, sabio basta con ponerlo en el currículum”.
He aprovechado este soporte de
iniciativa cultural juvenil porque creo que su esencia está precisamente en no subsumir de esas pretensiones. Claro que hay que soñar, pero también respetar lo que se sueña. Simplemente, que corra la palabra... O al menos, mi participación en este proyecto, es esa.
Espero vuestro opinión… Larga vida a Mephisto